Tras su estreno en el 2012, el filme “Broche de Oro” fue un éxito, manteniéndose en cartelera en Puerto Rico por más de siete meses. ¿Logrará su precuela superar su propia marca?
Se trata esta vez de “Broche de Oro: Comienzos”, un relato sobre cómo inició la amistad entre los tres amigos Rafael (Jacobo Morales), Pablo (Diego de la Texera) y Anselmo (Adrián García), que se fugaron de un hogar de ancianos en el primer filme. Este nuevo filme inicia desde el momento en que a Rafael le toca abandonar su casa, cargada de historias y recuerdos, y su hijo (Carlos Esteban Fonseca) lo lleva a vivir a un asilo de ancianos a cargo de la Madre Superiora Altagracia (Marian Pabón), donde residen Pablo, Anselmo y un trío de mujeres chismosas con grandes personalidades (Charytín Goyco, Georgina Borri y Noelia Crespo). La relación entre Rafael y su nieto (Luis Omar O’farrill), una de las principales dinámicas del filme anterior, persiste en esta, siendo el nieto el único contacto con su familia y el mundo más allá de las paredes del asilo.
“Broche de Oro: Comienzos” funciona mejor como drama que como comedia. El entretenido filme tiene su buena dosis de humor, pero su fuerza recae en lo emotivo. Tiene potentes escenas por parte de Jacobo Morales y ‘Shorty’ Castro, que mínimo te aguarán los ojos o te harán un nudo en la garganta. La más que sacude emocionalmente le corresponde a ‘Shorty’ Castro, que, de hecho, fue mi momento favorito del filme.
El hecho de que el grueso del relato ocurra en un asilo le permite al director, guionista y editor Raúl Marchand Sánchez matizar su relato con la triste realidad que muchos ancianos enfrentan en el ocaso de sus vidas: la soledad, el abandono por parte de familiares, y el tener que cerrar un capítulo en sus vidas y dejar todo atrás. A esto le contrasta la amistad, el cariño recibido por parte de los cuidadores y la fe, que son el motor que aliviana toda una experiencia que no deja de ser dura. “Broche de Oro: Comienzos” logra reflejar esto muy bien.
No obstante, el libreto sufre una carencia de cohesión. Resulta difícil precisar exactamente cuál es la trama o el conflicto del filme. El espectador puede atar cabos y unir sus partes, pero en su narrativa no se siente tan digerida y fluida. Cuando no sabemos a dónde nos quiere llevar Marchand con el filme (más allá de empatarla con el primer filme), aparecen unas competencias que de pronto parecen ser tanto el conflicto como la resolución del filme. La misma narración de las competencias tiene muy poco suspenso, pues nada de lo que ocurre en estas aporta a que el resultado sea una sorpresa. El tercer acto, aunque satisfactorio, no se siente como un final. De pronto aparece el nombre del filme y empiezan a salir los créditos y es entonces que entiendes que ya – que ese es el final de la película.
No obstante, la falta de claridad en su propósito no afecta el mensaje que carga consigo: hay que disfrutar la vida al máximo, pues al final solo se conservan los recuerdos.
La atención al detalle no es algo que se pueda apreciar mucho en el filme. Esto queda evidenciado desde el inicio, cuando plantan un rótulo de “Se vende” frente a la puerta de una casa, que en frente tiene una enorme rampa para la entrada y salida de los vehículos de los residentes, con un portón que da a la calle, al final de la rampa. Así que los que estén caminando por la acera, más vale que anden con binoculares, porque si no, no podrán ver a qué número tienen que llamar para comprar la casa, si es que se enteran de que la están vendiendo.
Por “Comienzos”, uno esperaría conocer más de la vida de los tres ancianos protagonistas, pero el enfoque recae en Rafael. Es una oportunidad perdida que no nos presenten cómo se conocieron Anselmo y Pablo, dos personajes que se pasan discutiendo a lo largo de todo el filme. Me habría gustado conocer más sobre la vida de estos personajes antes de estar en el asilo, quizás presentar las tres historias por separado y juntarlas luego mediante el mismo entorno: el asilo.
Por otra parte, la película tiene un elenco de primera, quienes aportan muy buenas actuaciones tanto en el humor como en lo dramático, dando fe de que en el Caribe no hay que envidiarle nada a Hollywood y al extranjero en calidad actoral. Estos actores son la principal razón por la que debes ver “Broche de Oro: Comienzos”. Tanto Marian Pabón como ‘Shorty’ Castro, a quienes por lo regular se les conoce por sus dotes en la comedia, muestran que de igual forma pueden cargar con escenas y situaciones serias de forma creíble, ocasionando una respuesta por parte de la audiencia de empatía instantánea. De igual forma, Jacobo Morales actúa con la excelencia que le caracteriza, dando vida con gran naturalidad a un abuelo agradable, uno de los personajes más normales del filme. Eyra Agüero transporta su simpatía al personaje que interpreta: la dulce enfermera de la égida. Cordelia González se muestra enérgica y alegre en su rol. Julio Ramos, como el conserje, aporta junto a Adrián García gran parte del humor del filme. No se quedan atrás Goyco, Borri y Crespo, quienes fueron muy buena adición a la mezcla humorística. En fin, O’farrill, de la Texera, Fonseca y todos los actores participantes no decepcionan.
¿Es “Comienzos” mejor que “Broche de Oro”? Pues reconozco que no vi el primer filme, pero a juzgar por lo que me comentaron varias personas que vieron ambos, el primero es superior al menos en la trama.
No soy de los que creen que se debe apoyar lo de aquí solo por ser de aquí (Si fuera por eso, apoyaríamos a todos nuestros políticos, ¿no?). Sin embargo, las actuaciones y el mensaje del filme me son suficientes razones como para recomendarles que vayan a ver “Broche de Oro: Comienzos”.
Calificación: 3/5.