Poco después del estreno de Ghostbusters II en 1989, ya se comenzaba a trabajar en un tercer filme de Ghostbusters. Muchas cosas pasaron en el proceso. Bill Murray, quien interpretaba al cazafantasmas Peter Venkman, no estaba interesado en participar de otra película de la franquicia, a pesar de varios intentos por convencerlo. En el 1993, durante la filmación de Groundhog Day, la amistad entre Murray y Harold Ramis (el cazafantasmas Egon Spengler y coescritor de Ghostbusters) se detuvo por un período de 20 años. Ramis falleció en el 2014 tras complicaciones de una vasculitis inflamatoria autoinmune. En el 2016, surgió un ‘reboot’ protagonizado por mujeres Cazafantasmas que muchos odiaron desde antes de ver el filme. Ahora en el 2021, 32 años más tarde, tras muchos borradores, cambios y desarrollos, tenemos Ghostbusters: Afterlife.
En Ghostbusters: Afterlife, una madre soltera (Carrie Coon) y sus dos hijos Trevor (Finn Wolfhard) y Phoebe (Mckenna Grace) se mudan a un nuevo pueblo, donde pronto descubrirán que tienen una conexión con los Ghostbusters originales y el legado secreto que su abuelo les dejó.
Mckenna Grace hizo tremendo papel de niña nerd desajustada como Phoebe. Logan Kim añadió mucho al humor como su gracioso compañero de clase. Paul Rudd hizo lo suyo como el maestro aficionado a las ciencias, pero muy desapegado a enseñar. Coon y Celeste O’Connor también fueron funcionales en sus roles.
Los efectos visuales hacen lo esperado, siendo en parte una versión actualizada de los efectos que ya habíamos visto en las otras películas, con unas cuantas divertidas escenas animadas.
Los filmes originales, a pesar de distar de ser obras perfectas, cautivaron a audiencias por años y con este filme tienen otra oportunidad para cautivar a nuevas generaciones, sin olvidar a los que crecimos con estos filmes y esperamos una tercera entrega por décadas.
Teniendo esto en cuenta, Afterlife capitaliza en la nostalgia como mejor puede hacerlo. Tiene un buen balance entre diversión, humor y corazón, esto último, lo que le ha ganado comparaciones con el estilo de Spielberg de los ochenta con películas como E.T. y The Goonies.
Y mientras que comparar al director Jason Reitman (hijo del director de los filmes originales, Ivan Reitman) con el Spielberg de antaño no suena como algo malo, ese desarrollo emocional le pone seriedad a esta comedia. Algunos podrían sentir que es un desacierto, ya que esta tercera película parte de unas entregas bastante irreverentes, pero para mí, funcionó muy bien.
Ghostbusters: Afterlife no es perfecta. Toma mucho (o demasiado) del primer filme –y muy poco del segundo–, una movida comparable con lo que hizo The Force Awakens con la trilogía original de Star Wars. Esta movida, mientras que por un lado le añade nostalgia, como un disco de ‘Greatest Hits’, hace que la trama y estructura del filme resulte repetitiva y hasta predecible, aunque varios factores se hayan modificado a su alrededor.
Independientemente de esto, encierra unas cuantas sorpresas. Hay grandes probabilidades de que los fanáticos de las películas anteriores salgan muy complacidos, y que aquellos que no han visto las anteriores, la disfruten también. Claro, hay mucho más contenido para los que ya conocían la franquicia. Fui sin expectativas y salí muy satisfecho.
Hay una escena adicional durante los créditos, y otra al final. Debo resaltar que en los créditos, hay una canción interpretada por la misma Mckenna Grace, que quizás algunos podrían confundir con Olivia Rodrigo. Su primer sencillo lleva por nombre “Haunted House”. Con su corta edad, ya ha demostrado que puede actuar y cantar, por lo que es muy probable que sigamos viendo y escuchando más de ella por mucho tiempo.
Comparto el tráiler de hace un año, porque el de hace una semana revela demasiado.
Estudio: Columbia Pictures/Sony Pictures
Director: Jason Reitman
Guión: Gil Kenan y Jason Reitman, basándose en la película Ghostbusters (1984) escrita por Dan Aykroyd y Harold Ramis.
Duración: 2:04
Género: Comedia/Fantasía/Aventura
Clasificada: PG-13
Calificación: 4/5